lunes, 17 de febrero de 2020

El Kavanagh e historias de "la grieta" a principios del siglo XX





Este edificio de estilo art deco, inaugurado en 1936, de 33 pisos, 113 departamentos todos diferentes entre sí y 120 metros de altura, fue el primer rascacielos del mundo en tener aire acondicionado centralizado








contribucion de Pepe Capochorto‎ publicado en Historias Perdidas de Buenos Aires
· Edificio Kavanagh (Florida 1065, Retiro)


Ubicado sobre la Plaza San Martín, el Kavanagh fue distinguido en 1994 por la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil como “hito histórico internacional de la ingeniería”. 
Tal es el valor de este edificio, que en 2008 el piso 14 se vendió a un precio de 5,9 millones de dólares.

Pero este edificio es emblemático no sólo por su arquitectura, sino también porque su construcción fue parte de una venganza, ya no de sangre, sino de hormigón.

Cuenta la historia que, hacia 1920, la aristocrática familia Anchorena decidió construir la iglesia del Santísimo Sacramento para que funcione como futuro sepulcro familiar. 

La idea de la familia era que desde los balcones del palacio que habitaban (Palacio San Martín, hoy sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto) se viera la iglesia, por lo que la construyeron del otro lado de la plaza.

Una vez concluída la obra, planearon comprar el único lote vacío que estaba justo entre su mansión y la basílica, para construir un anexo que las uniera y que no sólo se pudiera ver desde el palacio, sino también poder acceder directamente desde la mansión.

Pero el amor metió la cola y quiso el destino que uno de los Anchorena se enamorara perdidamente de Corina Kavanagh, una joven de familia adinerada, pero que no pertenecía al selecto grupo de familias de la alta sociedad porteña: el romance no tuvo la aprobación de los Anchorena y los novios tuvieron que separarse.

Corina Kavanagh, madre de la joven despechada y humillada, se adelantó a comprar un terreno ubicado entre la mansión y la iglesia, y ordenó levantar un edificio cuyo único requisito fue que le impidiera a la familia Anchorena la vista al templo católico desde su soberbio palacio.

En sólo catorce meses fue levantado este imponente rascacielos que tiene un pequeño y estratégico pasaje lateral, el único punto de la ciudad desde donde se puede ver de frente la iglesia del Santísimo Sacramento. 
El pasaje se llama Corina Kavanagh.

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