sábado, 10 de octubre de 2020

Alguna vez me propuse ser mejor docente para ser mejor persona

por Jorge Aparicio para  ArquiNoticias y para la socióloga y compañera Estela Bianchi de la Universidad Nacional de Mar del Plata

por
El video presente resumió muchas ideas y conductas que 
defendí durante el armado de seminarios, y en el trabajo
diario con mis compañeros de la empresa. Siempre creí
que la gente recibe más gratificación y equilibrio cuando 
uno los hace crecer en todo sentido.
Lo sigo haciendo hoy en los diferentes entornos donde
interactúo. Aunque me digan que pierdo mi tiempo con una
u otra persona.  Siguen siendo personas.

Como decía María Elena Walsh, siempre es mejor la suma
que la opción. ( No hay ninguna alusión a la política ).

El video me dio otras más, que cayeron justo donde debían 
en mi mente. Claro que ahora soy más viejo, aunque no 
tanto más sabio, como es mi propósito. Me disperso muchas
veces, como cualquier hijo de vecino.

Mi trasfondo fue mi familia, mi educación escolar y, quizás,
el hecho de tuve que usar lentes desde los 9 años. Seguro
que mi retracción me llevó a leer más, lo mismo que ser
relegado en los juegos por ser un quattrocchi al que se
podía lastimar por accidente. No existían entonces los 
lentes orgánicos.
O tal vez porque me cambiaron de ciudad y escuela, 
incluso de una mixta a una de varones. Quizás buscaba 
agradar y formar parte de algo que era inicialmente extraño 
para mí.  El famoso Complacé del Análisis Transaccional.

¿ Fui mejor padre ?  No lo sé.  Como decía Mafalda, me 
inicié en eso al mismo tiempo que mis hijos. 


Con la desventaja de que mi mente estaba también ocupada en
otras cosas, lo mismo que mi tiempo.






Supongo que no tienen idea de qué estoy hablando.
Simon Sinek lo explica mejor, y con más contundencia.
Se trata de volver a ser humanos, con todo lo que ello
implica. Y el esfuerzo que cuesta.

Tiene muchos otros videos, todos tan cortos e incisivos
como éste, pero este es el que gusta más por estar más 
cerca de lo que siento.

Los otros permiten percibir dónde está el meollo de 
distintas cosas o situaciones., esas que inducen a engaño
sin que nos demos cuenta. 
Valen la pena también.

Los subtítulos están en portugués, por lo que deberán hacer
click en la ruedita, luego en subtítulos, en traducción automática
y elegir Español.
Así, no hay forma de que se pierdan ningún ejemplo ni concepto.

Que lo disfruten como yo lo hice.


Saludos.

lunes, 7 de septiembre de 2020

miércoles, 26 de agosto de 2020

Buscando en el "baúl de los recuerdos", encontré esto que escribí en el 2012,cuando nos preparabamos par el 50 aniversario de nuestra promoción

 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Recordando la reunión de nuestros 25 años, de ex alumnos (1988)

Fue en Noviembre de 1988, yo tenia apenas 42 años, con todo la vida por delante y la fuerza de un profesional ¿exitoso?.Por lo menos lo que nuestra sociedad considera exitoso,
Arquitecto hacia un año que junto a mi gran amigo el Arquitecto Carlos Dibar hacíamos con mucho éxito el suplemento de Arquitectura de El Cronista Comercial, yo vivía con Estela mi Sra. y mis dos hijas Maria Paz y Camila (6 y 4 años respectivamente en ese año), en Av Pueyrredon y Guido uno de mis departamentos que aun conservo.
Nos habíamos reunido con los organizadores de esa comida ex alumnos del Colegio mucho mas chicos que nosotros, junto a uno de mis compañeros, que ya no esta, Julio Martinez Vivot.
Conseguimos en secretaria una lista de los egresados de 1963 y de su cuerpo docente.

Nuestro director era Emilio Martinez - el Cura Martinez - que levantaba su sotana para jugar al football con los alumnos de los últimos años en el patio de fondo en donde los arcos eran dos puertas de chapa que retumbaban cada vez que acertábamos al arco, era inteligente, agradable pero de temer cuando se enojaba.

Pero para esos momentos teníamos al vicerrector y profesor de biología Ricardo Paganini -el Toto- que reía y era cómplice nuestro de una cantidad de travesuras.

Manuel Herrera - el Mono Herrera profesor de historia, pocas veces se reía pero, a mi era una de mis materias preferidas y seguía con atención sus excelentes clases.

Enrique Martineitz - el profe de matemáticas-, Julio Montes de Oca, de dibujo, que nos sentíamos ya grandes cuando en los últimos años, nos concedía que llamáramos por su apodo Pirulo,

Leonor Barreto, de geografía -La Barreto- con unas piernas que nos hacia dejar caer lapices y lapiceras continuamente, para que al agacharnos pudiéramos verlas, sin que se diera cuenta.

Aida Gimenez Molina, creo que era la de música que no se como soportaba las maldades que le hacíamos en clase.

Jorge Prediger de contabilidad, con sus dedos amarillos de nicotina, vivía con un pucho en la mano.

Marcela Sahores de francés que veíamos en el verano en playa Grande porque era la dueña-encargada de uno de sus balnearios el Príncipe de Gales.

Alberto Crespi era el de educación física, que a los del rugby que jugábamos los intercolegiales, representando al Colegio, nos permitía cualquier cosa.

Enrique Donadio secretario y tesorero.
También estaba el cura Barrer, profesor de religión y en algún momento fue vicerector que por alguna macana que se mando lo mandaron de vuelta al interior.
y otros que seguramente completaran mis compañeros de la promoción 63.

Bueno no crean que mi memoria es brillante sino paso que entre los papeles y fotos que encontré hoy tengo una "nomina del personal docente año 1963" que seguramente me dio el secretario que estaba en el Colegio en nuestra preparación de los festejos de nuestros 25 años
 año año 1963 egresados
desde abajo a arriba de izq. a der.Palmiro Feeney, Rusconi, Guillermo Storni, Martineitz, el Mono Herrera, el cura Martinez el Toto Paganini, Juan Carlos Bianchimano,  Cifone,  Osvaldo Roca, Felipe Theule, Carlos Sanchez Saravia, Fernando Gurierrez, Raul Luis Jonas Mackinlay, Julio Martinez Vivot, Sorondo, Fernando Felgueras, reyKelly, Figueroa, Daniel Pintos, Roman Cabanius, Marcelo Perez Barcena, Cesar Reguera, Guido de la Vega, Guillermo Lafitte, Diego Uriburu, Sastre, Perez Somigliana. , Cadoche, Daniel Salazar

Bueno retomo la convocatoria de nuestros 25 años, con Julio Martinez Vivot y nuestras eficientes secretarias logramos reunir a la mayoría de los 27 compañeros de clase + algunos como Mario Medina que el cura Martinez no dejo terminar.
este era mi estudio en el año 1988, abajo sentadas estaban mis secretarias, que se encargaron de llamar junto a la de Julio Martine Vivot

Hoy 24 años después varios no van a estar, ya no están con nosotros y a otros nos fue difícil ubicarlos, espero esta noche, que los que no están en este mundo, nos acompañen desde donde sea y los que no pudimos ubicar lo podamos hacer el año que viene en nuestros 50 años.
Mi hija Maria Paz y su primo Javier Martinez Bo en Punta del Este ese año se corria la Regata de la Vuelta al Mundo
foto puerto de Punta de Este una de las etapas

Les cuento que en el 88, yo estaba con mi familia en Punta de Este, tome un avión por la mañana para llegar a los festejos y tenia pasaje para el día siguiente para volver, a reunirme con Estela y las chicas.

Luego de una noche de recuerdos y mucho alcohol, invite al Toto algunos de los que se quedaron hasta el final y al Toto Paganini que no estaba muy bien y uno de nosotros lo iba a llevar a su casa, a tomar la ultima copa a mi casa de Av Pueyrredon, me dormí a la madrugada una vez que el ultimo se fue a su casa.

Al despertarme, para ir al Aeroparque, me intente poner mi saco del traje azul, donde llevaba mis pasajes, billetera y documentos y me encontré con un saco mucho mas chico y sin ningún papel, creí recordar que uno de los últimos en irse había sido el Chino Bianchimano, lo llame a su casa y me atendió a duras penas, ya que el alcohol había hecho estragos y cuando nos dimos cuenta que se había equivocado y llevado mi saco lo hice levantarse e ir al aeroparque en un taxi para alcanzarme, con éxito pasajes, documentos y billetera para poder volver a reunirme con mi familia entre fuertes dolores de cabeza.


esta es la nota que publiqué sobre la comida de los 50 años
https://colegiosanmiguel63.blogspot.com/2013/10/el-centenario-del-colegio-san-miguel.html

nota: dentro de 2 años(2023) los que lleguemos, festejaremos los 60 años

martes, 18 de agosto de 2020

El futuro a nuestra espaldas - es tiempo de pensar el post COVID19

Buscando en mis recuerdos, encontré, esto (reflexiones, escritas en vísperas de la Navidad del 2016), que me hacen pensar en este nuevo nacimiento, el de un Mundo Mejor, una Navidad en agosto del 2020. 


El futuro a nuestra espaldas.

27 diciembre 2016
Esta última semana es especial, para nosotros, ha pasado la Navidad la rememoración del Nacimiento, la renovación de la esperanza, de un mundo mejor, más justo para todos. 
Y nos acercamos a un nuevo año donde nuestros deseos son que la gente comprenda que un mundo más justo necesita de todos, pero fundamentalmente de nuestros guías, nuestros mayores, nuestro pasado.


Al no saber cómo “llenar” nuestras acostumbradas agendas y noticias semanales, en una semana de pocas actividades y rodeado de noticias de conflictos e inseguridades en el mundo, en nuestra comunidad sudamericana y en nuestro país, primero me dirigí a leer el mensaje de Navidad de nuestro Papa Francisco, para tratar de buscar en el las palabras que orientaran mis pensamientos.



Francisco habla de la renovación de la esperanza basada en el amor “El poder de un Niño, Hijo de Dios y de María, no es el poder de este mundo, basado en la fuerza y en la riqueza, es el poder del amor. 
Es el poder que creó el cielo y la tierra, que da vida a cada criatura: a los minerales, a las plantas, a los animales; es la fuerza que atrae al hombre y a la mujer, y hace de ellos una sola carne, una sola existencia; es el poder que regenera la vida, que perdona las culpas, reconcilia a los enemigos, transforma el mal en bien. 
Es el poder de Dios. 
Este poder del amor ha llevado a Jesucristo a despojarse de su gloria y a hacerse hombre; y lo conducirá a dar la vida en la cruz y a resucitar de entre los muertos. Es el poder del servicio, que instaura en el mundo el reino de Dios, reino de justicia y de paz”.

Y pide por los que sufren guerras y abandonos, pide por los que sufren en Siria, en Alepo, pide porque es necesario que en Tierra Santa, Israelíes y Palestinos dejen de lado odios y venganzas y avancen a un futuro en común, pide por Irak, Libia, Yemen, donde las poblaciones sufren la guerra y brutales acciones terroristas, pide paz a los hombres y mujeres en las diferentes regiones de África, particularmente en Nigeria, donde el terrorismo fundamentalista explota también a los niños para perpetrar el horror y la muerte, pide por las poblaciones en conflictos en diversas partes del mundo, por los emigrantes y refugiados.

“Paz a los pueblos que sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud. 
Paz a los que están marcados por el malestar social y económico”

Termina su Mensaje de Navidad con

“Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”: es el “Príncipe de la paz”. Acojámoslo.

Y después de la bendición, nos invita a contemplar al Niño Jesús como renovación de la esperanza.

Esto me hace pensar y mirar de frente al pasado, para comprender como poder transformar nuestro futuro.


Al leer los habituales comentarios y mensajes que aparecen, en mi “muro” de Facebook, fije mi atención en uno que hablaba de la particular concepción de pasado y futuro de los Aymara, este pueblo que habita el altiplano de América del Sur desde más de 15000 años AC, seguramente lo hice porque mi abuela Paz Saravia y sus descendientes llevamos en nuestra sangre y en nuestra mente una parte importante de esta cultura.

Los Aymara relacionan el pasado y el futuro con lo que ven, con la visión, es por eso que, a diferencia de las demás culturas, el pasado está al frente y el futuro a sus espaldas.




Al frente esta nuestro pasado, que conocemos, de donde aprendemos para transformar nuestro futuro, que está detrás, porque no lo conocemos todavía, no lo vemos, solo lo podemos imaginar.

Imaginemos todos un Mundo mejor y trabajemos para ello.

Este es mi deseo en esta Navidad y en un Nuevo Año


Hace una semana estuve en un evento de arte, Petite Montmartre, en donde un grupo de artistas plásticos trabajaban y ofrecían sus obras en  la calle, en una plaza del barrio de la Recoleta.
Mi atención se fijo entre varias obras en una pequeña pintura de un niño, probablemente Aymara, 



lo compre y lo tengo en casa, 
¿hacia donde mira? 
es un niño todavía, tiene muy poco pasado, 
por eso seguramente esté comenzando a imaginar el futuro.

Beautiful boy John Lennon



viernes, 14 de agosto de 2020

Una historia de amor "Gricel" ' Un reencuentro en la confitería de El Molino.


por Horacio Belmaña para TodoTango


Que el tango es una síntesis musical de amor y pasión no es extraño para los amantes del género, solo que pocos tangos reflejan este sentimiento en forma tan expresiva como “Gricel”, que José María Contursi —Katunga para los amigos y el Pope para su familia cordobesa—, dedicara al gran amor de su vida: Susana Gricel Viganó.

Aquí la primer aclaración documentada: su nombre fue Gricel y no Griselda como lo sostienen algunos estudiosos del tango. 

Más aún, largos meses invirtió el señor Viganó para que en el Registro Civil admitieran ese nombre.
Gricel había nacido en el porteño barrio de San Cristóbal el 15 de abril de 1920. Hija de Egidio Viganó y Maruca Anderson, ésta última eligió el nombre para su hija inspirada en un personaje de una novela francesa. 
El matrimonio Viganó vivió luego en Quilmes, Guaiminí (provincia de Buenos Aires) y posteriormente en la ciudad cordobesa de Capilla del Monte, en las serranías de dicha provincia, cuando Egidio Viganó debió trasladarse para oxigenar sus pulmones.



José María Contursi nació en Lanús, suburbio de la ciudad de Buenos Aires, el 31 de octubre de 1911. Era hijo de Pascual Contursi e Hilda Bríamo. 
Podemos afirmar que de la localidad italiana de Contursi en el Golfo de Salerno llegó a Buenos Aires la sangre renovadora y romántica de los Contursi que se trasuntó en el nacimiento del tango canción por parte de Pascual (“Mi noche triste (Lita)”) y se prolongó en el tango romántico de su hijo José María (“Garras”, “En esta tarde gris”, “Cristal”, “Gricel”, “Quiero verte una vez más”) y otros que completaron diez y seis conocidos de amplia difusión.

No fue fácil la vida de Gricel en Capilla del Monte. Lejos de sus amigas y del entretenimiento con sus patines de rulemanes, se dedicó a colaborar en la estación de servicio Texaco que explotaba su padre, vestida con riguroso mameluco blanco, mientras recibía los cálidos piropos de los choferes de la línea de ómnibus que hacía el servicio desde la ciudad de Córdoba hasta la ciudad de La Rioja. Simultáneamente recibía clases de piano por parte de la señora Dolly C. de Nuvolone, también porteña y radicada en esa ciudad con su marido quien colaboraba con Egidio Viganó. La hija de la señora de Nuvolone, amiga de Gricel, es hoy una renombrada pintora radicada en la ciudad de Córdoba.

Pero la monotonía a menudo es quebrada por el destino. Así fue que un día recibió una carta de sus grandes amigas de Guaiminí, Nelly y Gory Omar, quienes la invitaban a pasar unos días en Buenos Aires. Gricel no dudó. Hizo aprisa sus valijas y tomó el tren que la llevaría a un destino de amor y llanto.

Los días de Buenos Aires fueron pocos pero vertiginosos. Cafés, restaurantes y negocios de la Avenida de Mayo eran visitados en forma permanente por las hermanas Omar. 
Pero algo más formaba parte de la vida de la gran ciudad: las audiciones radiales. 
Allí fueron las tres amigas a presenciar una audición en Radio Stentor en la que le presentaron a un elegante y engominado locutor que se presentó formalmente: José María Contursi, dijo él. Gricel, contestó ella. 
Sin sospechar que comenzaba a elaborarse uno de los tangos más sentidos y románticos.

Su regreso a Capilla del Monte mostró a una Gricel distinta. Comenzaba a desafinar en el piano ante la preocupación de la señora de Nuvolone. 
Saludaba a los colectiveros con la mirada distante y contemplaba las hermosas puestas de sol con profundos suspiros. Corrían los años 1935 y 1936. 
En ese entonces ganó todos los concursos de belleza que se realizaban en las sierras de Córdoba, pero la banda de «Miss» no alcanzaba y los suspiros proseguían.
Fue entonces que el destino dio otro golpe: en 1938 acosado por una fiebre intestinal y sin antibióticos, Contursi recibió el clásico consejo médico de aquellos años: los aires de las sierras de Córdoba. 
Las hermanas Omar le dijeron entonces: «¿Te acuerdas de Gricel? Vive en Capilla del Monte, en plenas sierras cordobesas».

Hacia allí partió Contursi dejando en Buenos Aires a su esposa Alina Zárate y a una hija del matrimonio, llevando consigo no solo su enfermedad sino también su afición por las faldas femeninas, su amor por el turf y por su San Lorenzo querido.

Egidio Viganó resultó impotente para impedir el romance entre su hija y un seductor «de academia». 
Así regresó Katunga a Buenos Aires, luciendo una nueva estrella en su bandera de seductor y tal vez canturreando: «Yo anduve siempre en amores, qué me van a hablar de amor». Pero se equivocó rotundamente. Ignoraba que al poco tiempo clamaría: «¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris!».



Al poco tiempo necesitó regresar a Capilla del Monte inventando otra fiebre intestinal que obligó a su esposa a derramar llanto por mera intuición femenina. 
Fue la oportunidad en que Contursi se entregó de lleno al desenfreno amoroso que lo impulsó a escribir tantas letras de tango. 
Finalmente un día tuvo que optar, y como hombre cabal volvió al lado de su esposa con intestinos sanos pero con el corazón destrozado al igual que Gricel, quien vio partir el tren destruida en sus afectos pero jurando no llorar nunca más.

Luego vino un epistolario amoroso que presentaba una marcada diferencia: las cartas que llegaban de Buenos Aires estaban impregnadas de profunda tristeza; las que partían desde Capilla del Monte lo eran con letra firme. 
Esto fue así hasta que un día, llegó una carta con la letra de “Gricel”.

Todo cambió: Don Egidio Viganó, su alemana esposa, los colectiveros y los residentes en la ciudad comenzaron a vivir un clima lacrimógeno y Gricel comenzó a ser llamada: «Gricel, la del tango». 
No hubo concurso de belleza realizado en el Valle de Punilla que no fuese ganado por Gricel quien comenzó a frecuentar los bailes del Hotel Victoria de Capilla del Monte donde se disputaban el privilegio de bailar con ella. 
Todo era insuficiente, pero Gricel no quería llorar pese a su desventura y se propuso recomponer su vida.

Así fue que en la vieja y clásica Confitería del Plata de la ciudad de Córdoba, propiedad de Egidio Belloni, y en la que Gricel escuchó alguna vez a Gregorio Barrios cantar el bolero “Final”, conoció a Jorge Camba con el que contrajo matrimonio en 1949. Tuvieron una hija, Susana Jorgelina, pero hubo un problema: Camba también era afecto a las faldas y la abandonó en uno de sus frecuentes viajes al Chaco uniéndose a Vilma Rabez. Gricel tampoco lloró. Había heredado el fuerte carácter alemán de su madre. Sus días transcurrían aplicados a la educación de su hija, al dictado de clases de telar en dos colegios y al cultivo de los idiomas inglés e italiano.

Un día del año 1962 llegó a Capilla del Monte el célebre bandoneonista cordobés Ciriaco Ortiz. 
Le traía la noticia de la viudez de Contursi, jurando que no era emisario de nadie. 
También le transmitió que su gran amor sólo encontraba consuelo en el alcohol que consumía en la confitería El Molino. 
Nuevamente el fuerte carácter heredado de su madre se hizo presente y con algunas mentiras y excusas dirigidas a su hija partió en el ómnibus de la Costera Criolla rumbo a Buenos Aires. 
Se encontró con su gran amor en esa confitería. 
Contursi con su clásica apostura, traje gris, tiradores, luciendo canas y el aroma de la colonia Giesso. 
Gricel de la mano de su hija Susana.

Ignoramos excusas y perdones, pero a partir de ese momento Gricel viajó permanentemente a Buenos Aires alojándose en la casa de Contursi en calle Chaco nº 20, 3er. Piso H. Los hijos de Katunga a su vez viajaban a Capilla del Monte acompañando a Susana y su abuela alemana.


Pero una constante en la familia Contursi seguía presente: el alcohol, con el consecuente deterioro de la salud de Contursi. 
Fue entonces cuando Gricel tomó la decisión: «Nos vamos a Capilla del Monte. Pero el whisky queda aquí». Gricel y Contursi volvieron a Capilla del Monte a disfrutar las puesta de sol sin obstáculo alguno. 
No obstante, la salud de Katunga sufría verdaderos estragos hasta que en Cosquín, localidad ubicada a solo 30 kilómetros de Capilla del Monte, el Dr. Santos Sarmiento logró una pausa en ese deterioro. 
Fue sólo eso, una pausa, pese a lo cual el momento anhelado por Gricel y Contursi llegó el 16 de agosto de 1967, oportunidad en que en el folio 275, libro III, el párroco César Emilio Ferreira dijo:

«El día 16 de agosto de 1967, el infrascripto Párroco de Capilla del Monte en la Capilla de las Hermanas Cabrini, requerido y obtenido el mutuo consentimiento, unió en matrimonio a Don José María Contursi, de 56 años de edad, viudo de Doña Elina Zárate, con Doña Susana Gricel Viganó, de 47 años de edad, de estado soltera».

Una aclaración documental: Gricel contrajo matrimonio con Camba únicamente por casamiento civil. Para la Iglesia permanecía soltera.

El matrimonio duró cuatro años y nueve meses. Hacia 1970 frecuentaban la casa de un amigo común con el autor de esta nota, Emilio Velich, ex gerente de SADAIC e hijo de Juan Velich, en reuniones donde se desgranaban anécdotas y se cantaban tangos, pero la felicidad duró poco tiempo. 
El 11 de mayo de 1972 Contursi abandonó el tango y este mundo. 
Lo hizo en brazos del novio de Susana, Oscar Iacobelli, quien con lágrimas en los ojos, me confesó: «Contursi murió como era. 
Murió en mis brazos, como un señor». Gricel lo había acompañado hasta el día anterior pero presintiendo el desenlace no quiso llorar.

Gricel vivió luego en Villa Allende, localidad también ubicada a tan solo 35 kilómetros de Córdoba para finalizar sus días en la calle Las Palmeras nº 229 de Villa Rivera Indarte, en las cercanías de Villa Allende y Córdoba en una casa rodeada de palmeras y vegetación. 
En la casa vecina, ubicada en el nº 231, residió su hija Susana. Gricel tenía diagnosticada leucemia. 
No pudo vencer a la muerte pero sí venció al dolor. Falleció el 25 de julio de 1994 víctima de un derrame cerebral. 
Sus cenizas reposan en Villa Rivera Indarte, mientras que los restos de Contursi descansan en el Panteón de SADAIC en Buenos Aires.

José María Contursi dejó cuatro hijos de su matrimonio: el único varón, Lucio, falleció muy joven víctima de cáncer. 
Sus hermanas Ethel y Amalia residen en Buenos Aires y Hebe en la ciudad de Mendoza. Amalia, gran admiradora de las sierras cordobesas, vivió hasta hace dos años en la calle Las Palmeras 229.

La familia Viganó se prolongó a través de Susana Jorgelina, posteriormente de Iacobelli, en tres hijos: Santiago, Luciana y Gricel (15). Los que hemos tenido el privilegio de conocerlos podemos afirmar que las nietas de Gricel compiten en belleza con su abuela. Susana Jorgelina vive actualmente con sus hijas en la ciudad de Viedma donde ejerce su profesión de nutricionista.

Algo más en esta tierna y dramática historia: Jorge Camba y Vilma Rabez volvieron a Córdoba viviendo en la casa de Susana o sea contigua a la de Gricel durante dos años antes de la muerte de ésta y en una rara y perfecta armonía. Camba, por su parte, falleció en 1996. Vilma Rabez aún vive a la fecha de esta nota (marzo de 2002).

Es la historia real de un tango que conmovió a generaciones por su belleza y profundidad como todo lo que escribió Contursi, gran parte de los cuales estuvieron inspirados en este amor que por momentos parecía imposible.

Nuestra presencia en los lugares descriptos, unidos al contacto con los seres allegados a Gricel y a sus pertenencias, incluyendo a su perro Colita que aún la sobrevive no hacen más que reavivar lo que esta hermosa pieza musical ya provocaba en nuestra juventud.

Un profundo agradecimiento a la señora Susana Camba y sus hijos por la amplitud y generosidad de su colaboración que permitieron revivir esta hermosa historia.

miércoles, 12 de agosto de 2020

La bajante del Paraná ayudó a la historia: un pescador encontró cadenas de la Vuelta de Obligado




publicado en El Ciudadano Rosario

Jorge López alcanzó a ver gruesos eslabones que, según se cree, fueron de las barreras que se tendieron en 1845 para impedir el paso de una poderosa flota anglo-francesa. La batalla del 20 de noviembre de ese año fue un hito heroico, tanto que la fecha se instituyó como el Día de la Soberanía

Todavía era de mañana cuando el pescador Jorge López amarró su canoa en la costa, a la que la bajante histórica del río Paraná había hecho más grande. En eso estaba cuando miró el fondo y vio algo: parecía un eslabón de cadena, pero de cadena antigua y grande, de las que se forjaban pieza a pieza y a mano. Tiró, y era una cadena nomás, una parte menos.



Esto pasó no tantos días atrás, y ahora se está comprobando si, como se sospecha, dio por casualidad con un fragmento de una pieza singular en la historia argentina, una de las barreras que se tendieron de costa a costa en la Vuelta de Obligado en 1845 para cerrar el paso a buques británicos y franceses, en una de las batallas más heroicas que se libraron en la Argentina, tanto, que su fecha, el 20 de noviembre, se convirtió en el Día de la Soberanía Nacional.

La periodista Patricia Daniele recordó en un artículo en la revista Weekend que la batalla tuvo lugar donde se ubicaba la principal fortificación argentina, emplazada en la caprichosa Vuelta de Obligado, donde el Paraná se estrecha hasta tener sólo 700 metros de ancho en su cauce principal. Pero además, allí mismo gira sobre sí en un recodo pronunciado lo que dificultaba la navegación a vela, más tratándose de buque cargados de mercancías como las que transportaban las naves de la flota, en busca de imponer el libre comercio eludiendo –y desafiando– a la Aduana de Buenos Aires y a la Confederación, al mando del brigadier Juan Manuel de Rosas.




Las tropas argentinas estaban lideradas por el general Lucio Mansilla –quien según nuevas investigaciones históricas se apellidaba en realidad Mancilla– quien hizo tender tres gruesas cadenas que pesaban más de 9 toneladas, de costa a costa, sobre 24 lanchones. La increíble barrera en sí representó un hito: los propios pobladores participaron de su forja, para lo que entregaron las piezas de metal de sus casas, y prácticamente todos los residentes de entonces de lo que hoy es Obligado, parte del partido bonaerense de San Pedro, cumplieron algún papel en la construcción.






Enfrente tenían a un enemigo poderoso: la escuadra anglo-francesa había llegado con el pretexto de mediar en una pacificación entre Buenos Aires y Montevideo, pero buscaban en realidad establecer un vínculo comercial directo, desconociendo a la autoridad nacional, con Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes.


En los primeros días de noviembre de 1845 ya surcaban las aguas del río Paraná 11 de los 22 barcos de guerra que habían llegado al Río de la Plata, una custodia para una mucho más numerosa flota de 92 buques mercantes. Portaban 418 cañones y tenían 880 soldados, mientras que las tropas nacionales sólo le podían oponer seis buques mercantes y cañones en mucho menor cantidad, y de menor calibre.


En la ribera derecha del río Mansilla montó cuatro baterías artilladas con 30 cañones, con 160 artilleros: la Restaurador Rosas al mando de Álvaro José de Alzogaray; la General Brown, con el teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante al frente; la General Mansilla, comandada por el teniente de artillería Felipe Palacios, y una cuarta de reserva, aguas arriba de las cadenas: Manuelita (nombre de la hija de Rosas), responsabilidad del teniente coronel Juan Bautista Thorne.



El 20 de noviembre de 1845, al amanecer, comenzó la batalla, cuando tres lanchones argentinos que patrullaban al río fueron atacados por la artillería de la flota extranjera.

Tras varias horas de combate, las municiones de las baterías se habían agotado, y tropas británicas y francesas iniciaron el desembarco. Se estima que la batalla dejó 250 muertos y 400 heridos entre las fuerzas de defensa. Las barcazas que sostenían las cadenas por encima del espejo de agua fueron incendiadas. Pero la flota había quedado con su nave insignia a la deriva, sin ancla, cuya cadena fue cortada por una certera salva, y con dos bergantines seriamente averiados y fuera de combate, y otras naves con daños importantes.

“Hoy he visto lo que es un valiente. Empezó el fuego a las 9 y media y duró hasta las 5 y media de la tarde en las baterías, y continúa ahora entre el monte de Obligado el fuego de fusil (son las 11 de la noche). Mi tío ha permanecido entre los merlones (lienzos de parapeto) de las baterías y entre las lluvias de balas y la metralla de 120 cañones enemigos”, escribió Sabino O’Donnell, médico de las tropas nacionales.

Las cadenas fueron rotas a martillazos y los buques pasaron. Mansilla sobrevivió, y poco después libraba otra batalla: comandó a las tropas de la Confederación en un nuevo ataque a la misma flota aguas arriba, en lo que la historia registra como los combates de Toneleros y de San Lorenzo.

La heroica defensa de Vuelta de Obligado marcó para siempre el devenir político del país y sigue dividiendo hoy a quienes trazan ocultas alianzas con poderes foráneos y quienes se plantan en defensa de la autonomía nacional.




“Me siento re-emocionado por el hallazgo”, le dijo López al portal local La Opinión, cuando las piezas que encontró ya habían sido revisadas por el Grupo Conservacionista del Museo Paleontólogico de San Pedro. “Están a diez metros de donde estaban atadas en el monolito. Nosotros no tenemos dudas de que son de la batalla, tienen el grosor que Mansilla indica en sus notas, la oxidación que corresponde a los objetos que han estado sumergidos vinculados a la batalla, están colgando incrustadas en la roca, en la pared del río”, precisó José Aguilar, paleontólogo e integrante de la ONG. Y marcó que por la bajante extraordinaria del río Paraná “éste es un momento ideal para retirar la cadena que está agarrada a la barranca”.

Aguilar recordó que años atrás, otro pescador encontró un tramo de casi un metro, prácticamente igual, en la misma zona. Y antes, en 2013, se habían encontrado en la zona seis eslabones más y un grillete, piezas a las que investigadores identificaron también como parte de uno de los tendidos de cadenas que se montaron como heroica estrategía de resistencia por una comunidad que, aún sabiéndose en inferioridad de fuerzas, se predispuso a dar batalla.


sábado, 11 de julio de 2020

El "baul de los recuerdos" Los nietos

Buscando en mis archivos, encontre esto que escribia en abril del 2014, a casi 2 meses que Ramon, el hijo de mi hija mayor Maria Paz y el Chino habia nacido.Hoy ya tiene 6 años, crece "día a día" y mi hija menor Camila y Ionni, se preparan para recibir a Pedro su primer hijo.                Una de las cosas que el CV y la cuarentena nos hace perder es vivir mas cerca la "maravilla" de ser abuelos.

Los nietos - a mi primer nieto Ramon


El 22 de febrero de este año nació Ramon, mi primer nieto hijo de Maria Paz, mi hija mayor y Damian "el Chino" Biscotti un nuevo integrante de mi familia.

Todos los abuelos que conozco me hablaban de sus nietos y muchos de ellos me mostraban fotos de ellos, en una frecuencia y asuididad que me resultaba, a veces, exagerado

Hasta que nació Ramon un ser que nos ha cambiado la manera de ver la vida, gozamos de verlo, comenzando a expresarse, cuando duerme, cuando llora, cuando esboza una sonrisa, cuando nos mira y hasta cuando le vemos cambiandole sus pañales.

Paz recibe en la habitación a Ramon

El Chino le muestra a Estela y Camila a Ramon naciendo (acababa de nacer)

Ramón se quedo por primera vez en casa unas horas, Paz tocaba y lo dejo unas horas
Cuando llego y se lo entregaron, por primera vez en la habitación, a Paz, Estela y yo, sentimos algo completamente distinto, fuimos y somos muy felices con nuestros hijos, pero esta sensación es distinta, quizas porque lo vemos desde otro angulo, hemos pasado gran parte de nuestra vida y ahora la perspectiva de lo realmente importante es otra.
Estela "la Abuela" recibe por primera en sus brazos a Ramón


Los nietos son un "punto de encuentro" reunen los genes, las historias, las vivencias, el amor, de los que los antecedemos y ellos, también, son un "punto de partida" nuevas familias, nuevas personas, nuevas sociedades, se van a originar a traves de ellos, Todo el amor que les podamos transmitir, pasará hacia las nuevas generaciones. 
Algo tan simple como TRASCENDER.


el primer equipo hecho por su Abuela Estela

viernes, 10 de julio de 2020

Mascarillas y distancia Social

La nariz era de medio pie de longitud, con la forma de un pico, rellena de perfume con sólo dos agujeros, uno en cada lado, próximos a los orificios nasales, pero que bastaban para respirar, cargando con el aire que uno inhalaba, la impresión de las drogas contenidas en el extremo del pico. Bajo el abrigo vestimos botas hechas de cuero marroquí (cuero de cabra), pantalones de piel fina que están amarrados desde el frente a dichas botas y una blusa de piel fina y manga corta, cuyo extremo inferior se introduce en los pantalones. El sombrero y los guantes también están hechos de la misma piel... con lentes sobre los ojos.

¿Saben por qué fueron creadas las icónicas máscaras de los médicos de la peste negra?

Elaboradas de cuero de cabra y con un pico similar al de las aves, surgieron para defender a los portadores de la pestilencia. Nostradamus fue uno de estos personajes.

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Las máscaras de pico son una de las más populares en el famoso Carnaval de Venecia. Foto EDH / AFP


ABR 05, 2020- 14:20
Inmersos en el drama generado por la pandemia por coronavirus, portales académicos, blogs y medios de comunicación recuerdan algunas de las epidemias más mortíferas en la historia de la humanidad. Una de las más destructivas fue la peste bubónica o peste negra, que diezmó a la población mundial en varias ocasiones.
Una de las primeras fue conocida como la plaga de Justiniano, la cual afectó al imperio romano de oriente, incluyendo Europa, Asia y África entre los años 541 y 543 d C. Durante esta pandemia, se cree que la población mundial perdió entre 25 y 50 millones de personas.
Luego, reapareció en el siglo XIV y atacó a Euroasia, siendo la época más dramática la comprendida entre 1347 y 1353, y es considerada una de las más mortíferas de la historia. Un tercer brote se originó en China e India, en el siglo XIX, entre los años 1855 y 1918.
Pero fue en el siglo XVII y XVIII que surgieron los temidos médicos de la peste, personajes elegidos por los poblados infestados para hacerse cargo de proteger a ricos y pobres de la mortal enfermedad. Muchos de estos ni siquiera eran profesionales de la salud, algunos eran médicos venidos a menos o estudiantes haciéndose camino en la profesión.
Fueron estos los que inmortalizaron la famosa máscara de pico, que hoy es muy popular en carnavales como el de Venecia, donde precisamente se inmortalizaron estos personajes. “Aunque parezca mentira, su origen no tiene nada que ver con la bufa del carnaval, sino todo lo contrario; y es que apareció con la enfermedad de la peste”, explica el doctor Pedro Gargantilla, profesor de Historia de la Medicina de la Universidad Europea de Madrid, en una nota publicada por el sitio efesalud.com.
Uno de los dibujos que nos ilustra cómo era el atuendo de estos temidos médicos es el que se encuentra en la Biblioteca Digital Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), cuyos contenidos fueron liberados en estos momentos de cuarentena para que las audiencias inviertan parte de su tiempo investigando el tema de su predilección.
El dibujo en acuarela procedente de la Biblioteca Wellcome de Londres “describe el traje que usaban los médicos que asistían a pacientes con peste en el siglo XVII. El traje fue descrito por Jean Jacques Manget (1652-1742) en su Traité de la peste (“Tratado sobre la peste”), publicado en Ginebra en 1721. El traje estaba realizado en cuero marroquí, debajo se usaba una camisa, pantalones y botas, todo de cuero y uno sobre el otro. La larga nariz tipo pico tenía sustancias aromáticas y los ojos estaban cubiertos con vidrio”. Entre las hierbas aromáticas que utilizaban en la máscara figuraban el ámbar gris, hojas de menta, estoraque, mirra, láudano, pétalos de rosa, alcanfor y clavo de olor. El pico, de medio pie de longitud, también le ayudaba a que los enfermos mantuvieran su distancia.
El portal de la nationalgeographic.es retomó el tema recientemente y detalla que el diseño de este peculiar vestuario se le atribuye a Charles de Lorme, un médico francés que ejerció en varias regiones de Europa durante el siglo XVII y atendió a muchos miembros de la realeza.
Hay que añadir que los médicos también portaban un bastón para tocar y defenderse de los contagiados con la peste, incluso lo utilizaron como herramienta de penitencia, pues se creía que los enfermos sufrían la peste por sus pecados. Estos sujetos utilizaban brebajes y antídotos creados por ellos para contrarrestar los síntomas de la enfermedad, también se hacían cargo de elaborar los testamentos y realizar las autopsias.
Debido a su labor, eran personas que permanecían recluidos en cuarentenas obligadas, teniendo que renunciar a sus familias y a la socialización. Por ello, se les retribuía con incentivos monetarios.

Retrato original de Michel de Nôtre-Dame realizado por su hijo César. Foto EDH / Wikipedia
NOSTRADAMUS FUE UNO DE ELLOS
El famoso profeta de la historia mundial también fue un destacado médico y astrónomo.
Tenía solo 22 años cuando inventó unos polvos preventivos contra la peste, en el siglo XIV. Fue uno de los profesionales que se enfocó mucho en combatir la enfermedad, lucha que lo llevó a ciudades como Toulouse y Carcasona, según nota en el sitio ancient-origins.es.
“Nostradamus descartó éstas y otras insensateces y atacó la peste con limpieza, aire fresco y hierbas medicinales. El joven doctor logró curaciones que fueron calificadas de milagrosas gracias a su revolucionario tratamiento”, se detalla en el artículo.